domingo, 10 de marzo de 2013


EL ESPAÑOL DE AMERICA: ÁREAS Y RASGOS PRINCIPALES

2.1           RELACIÓN ENTRE EL ESPAÑOL AMERICANO Y EL DE ESPAÑA
A pesar de la diversidad dialectal, la unidad esencial del español se muestra cla­ramente en la parte central del sistema lingüístico, la gramática. Es en los niveles más inestables y más propensos a la variación, como son la fonética y el léxico, don­de las diferencias entre América y España se hacen más evidentes. Asimismo, y co­mo sucede habitualmente, la unidad de la lengua se percibe sobre todo en los registros más formales y en los modelos de norma culta, mientras que la diversidad aumenta en los registros informales y coloquiales. Esta unidad esencial se debe a una serie de factores que actúan como fuerzas centrípetas y aseguran el mantenimiento del sistema de la lengua castellana o española en diversos países, a pesar de la distancia: el sistema educativo, los medios de comunicación, los medios culturales, así como la acción unificadora llevada a cabo por las Academias de la Lengua de los diversos países, actuando conjuntamente al definir las reglas (gramática, ortografía, diccionario) por las que se debe regir el “español”.
No es difícil notar un fuerte parecido entre el español ameri­cano en general y el español meridional (andaluz, canario). El conjunto de todos estos dialectos ha recibido el nombre de espa­ñol atlántico; el rasgo común más sobresaliente es, sin duda, el seseo, que opone claramente esta variedad al español peninsular septentrional: mientras las variedades septentrionales (y una parte de Andalucía) distinguen los fonemas /s/ y /z/, tal dis­tinción no existe en el español atlántico.
Este y otros hechos han llevado a muchos estudiosos a pensar que en la etapa inicial de difusión del español en América la influencia del andaluz (en particular, del habla de Sevilla) y del canario resultó decisiva, y que fue el modelo de las hablas meridionales el que se difundió en América. Entre los da­tos históricos que apoyan esta hipótesis están el elevado número de andaluces y extremeños que emigraron a las colonias durante el siglo XVI, el establecimiento del monopolio del comercio con las Indias en Sevilla y Cádiz y el importantísi­mo papel que las islas Canarias y sus habitantes desempeñaron en el comercio con América y en la colonización (los barcos que cruzaban el Atlántico solían hacer escala en Canarias).
2.2           ZONAS DEL ESPAÑOL DE AMÉRICA
Dentro del español de América existen fenómenos dialectales de distribución heterogénea, debido a distintas causas históricas y sociales: el castellano que llevaron los colonizadores era diverso pues a allí llegaron gentes de diversa condición y de diverso origen geográfico; otro factor es la distinta organización social de las colonias (unas colonizadas bastante antes que otras); finalmente hay que tener en cuenta que en todo ese territorio existían lenguas que han dejado una influencia de sustrato. No obstante, no es fácil establecer zonas dialectales claras y, menos aún, ligarlas con la influencia de sustrato. Hay que tener en cuenta que desde los tiempos mismos de la colonización la lengua de los hablantes cultos se desarrolló al margen de influencias indígenas por una razón sociológica clara: la fuerte estratificación de la sociedad, que provocaba que los sectores dominantes (constituidos por los criollos = descendientes de españoles) no llegaron a conocer las lenguas indígenas y no se dejaron influir por el castellano hablado por los indios, por razones de prestigio.
En general, se considera que la influencia andaluza y canaria ha sido fundamental por lo menos en las zonas costeras americanas, en las cuales el con­tacto lingüístico con los marinos y comerciantes españoles fue constante. Así, la norma lingüística que se impuso en las zonas costeras fue, como ocurría con las hablas meridionales en España, más innovadora, en el sentido de que adoptó rasgos lingüísticos que se apartaban del castellano original.
En cambio, la norma que se consolidó en las tierras altas del interior ‑por ejemplo, en las grandes capitales, como México, Quito o Lima‑ fue más conservadora e incorporó menos rasgos andaluces. En cualquier caso, la hipótesis andalucista no es suficiente para explicar la conformación de todos los dialectos que Integran el español americano, a veces muy diferentes entre sí. Ello se debe al hecho de que en la colonización de América participaron, a lo largo de los siglos, españoles de todas las procedencias.

2.3           Características del español de América.
El español de América presenta una serie de rasgos o fenómenos fonéticos, gra­maticales y léxicos que lo distinguen. Ahora bien, puesto que el español de América no es una lengua uniforme, ninguno de esos fenómenos se presenta en todas sus variedades. Además de las peculiaridades fonéticas, gramaticales y léxicas, el español americano difiere también del europeo en las convenciones pragmáticas: las fórmulas de cortesía, por ejemplo, son algo más elaboradas, y se prefiere un estilo más atenuado, más suave, menos impositivo que en España.
2.4         Rasgos fonéticos
Dejando a un lado el seseo, único rasgo general común a todo el español de América, se pueden destacar en el nivel  fonético estos fenómenos:
·        Aspiración de la s implosiva o final de sílaba. Los casos de aspiración o pérdida de –s (dihco por disco; entonse por entonces) son típicos de las tierras bajas y las zonas costeras, donde se tiende al debilitamiento de las consonantes. Las tierras altas, más conservadoras, tienden a mantener la ‑s (así ocurre, por ejemplo, en los alti­planos de México, Perú N, Bolivia).
·        Aspiración del sonido j. Como en España, hay zonas que aspiran el sonido J (viahe) y zonas que lo mantienen. Existen también áreas geográficas que presen­tan otras realizaciones de este fonema.
·        Yeísmo. De nuevo como en España, el yeísmo es la solución más extendida, aun­que ciertas zonas fonéticamente conservadoras distingan los sonidos [y] y [ll]. En Argentina y Uruguay, [ll] e [y] se pronuncian con un sonido próximo al de Je en francés, que incluso llega a hacerse sordo (calle, por ejemplo, puede pronunciar­se cashe).
·        Relajación de r final de sílaba. En las Antillas es habitual la confusión -r y ‑l (amol por amor) o la asimilación de ‑r a la consonante siguiente (canne por carne). Es muy frecuente que ‑r se pronuncie silbante. Este es un caso particular de la tendencia general al debilitamiento de las consonantes.

2.5         Rasgos gramaticales
Entre los rasgos gramaticales característicos del español de América destacan los siguientes:
·        Uso de ustedes como pronombre de confianza. En América la forma vosotros ha sido sustituida por la forma ustedes; queda suprimida así la distinción entre las formas de confianza (vosotros) y formas de respeto (ustedes) que se mantiene en la mayor parte de la Península. Este cambio afecta también a los posesivos (se emplea su en lugar de vuestro) y al uso de las formas verbales (ustedes tienen en lugar de vosotros tenéis).
·        Voseo. Es el rasgo gramatical más significativo de] español arnericano, aunque no está presente en todos los países hispanohablantes. Consiste en el uso del pronombre vos como segunda persona de singular en lugar de (el pronombre de respeto es Usted). En una de sus versiones, el voseo afecta también al paradigma verbal, cuando vos se combina con formas originalmente de segunda persona de plural:  vos cantás, vos creés, vos sentís); en otras variedades, la forma verbal es la misma que se emplea con : vos cantas / crees / sientes.
·        Posición de los pronombres. En el habla del Caribe es habitual el uso de pronombres en función de sujeto en posiciones sintácticas en las que el español común los evita, como la posición de sujeto preverbal en las construcciones de infinitivo (ella trabaja para yo poder estudiar) y en las oraciones interrogativas (¿Qué tú dices?, ¿Cómo tú estás?).
·        Uso etimológico de le, lo, la. En el sisterna de los pronombres átonos, los fenómenos de leísmo, laísmo y loísmo, tan habituales en la Península, se presentan sólo de forma aislada.
·        Formas verbales. El español americano muestra una clara preferencia por el pretérito perfecto simple (cantó) frente al compuesto (ha cantado), y por las for­mas en ‑ra del subjuntivo (cantara) frente a las equivalentes en ‑se (cantase).

2.6         Rasgos léxicos
El léxico del español americano incluye, junto a las voces originalmente espa­ñolas, una serie cuantiosa de americanismos, adaptados de las lenguas indígenas o específicos del español americano, un conjunto de afronegrismos, originados por la llegada de esclavos africanos al Caribe, y, finalmente, un buen número de extranjerismos. El léxico se convierte así en testirnonio de los procesos de mestizaje y fusión cultural que han caracterizado a toda la América Latina.
·                    Dentro del léxico patrimonial, el español de América presenta ciertas preferen­cias frente al europeo: liviano (por ligero), plata (por dinero), pollera (por falda), egresado (por graduado), cocinar (por cocer), vidriera o vitrina (por escapareate), enojarse (por enfadarse) ... Abundan también los términos marineros introduci­dos por los colonizadores: amarrar por 'atar algo, atracar por “aproximarse”, botar por 'tirar algo". Algunas de estas palabras o sentidos han ido desapareciendo del uso penin­sular, por lo que se suelen recoger bajo la denominación de arcaísmos.
·                    El vocabulario del español americano se pobló pronto de americanismos. Las narraciones y los informes de los primeros colonizadores (los llamados cronistas de Indias), desde Colón hasta Bernal Díaz del Castillo y Juan de Castellanos, dan testimonio de la profunda impresión que el descubrimiento de nuevas plantas, nuevos animales, costumbres desconocidas y lugares remotos produjo en los es­pañoles. Los colonizadores se vieron en la necesidad de bautizar y clasificar todos los elementos de esa nueva realidad, para los que la mayor parte de las veces no había denominación preexistente en español. En unos casos se recurrió al vocabulario patrimonial, cuando la semejanza con una realidad ya conocida lo permitía (se llamó así lagarto al caimán o tigre el jaguar, aunque estas denominaciones desaparecieron más tarde sustituidas por nombres autóctonos); en otros casos recurren a términos tomados de las lenguas amerindias (los ejemplos son abundantísimos: son americanismos o indigenismos palabras como canoa, tabaco, caimán, caníbal, tomate, aguacate, chocolat e, cóndor, vicuña, puma, tapioca, maraca.  La mayor parte de estos americanismos han  pasado a formar parte del español general, y a menudo también del léxico de otras lenguas europeas. Otros americanismos no han llegado a generalizarse y se conservan especialmente en las zonas bilingües en las que el español está en contacto con lenguas indígenas.
·                    Los elementos de origen africano penetraron sobre todo en el área del Caribe. Son términos que actualmente están desapareciendo, aunque se mantienen algu­nos como: banana, conga o mambo, que se han generalizado.
·                     En la adopción de extranjerismos, especialmente anglicismos, se han producido discrepancias con respecto al español peninsular; se emplean así términos como chance 'oportunidad' o computadora (en lugar de ordenador). En el español del Río de la Plata abundan los italianismos, debido a la influencia de los numerosos inmigrantes italianos (un ejemplo típico es el uso de chao en lugar de adiós).

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