domingo, 10 de marzo de 2013


Las variedades dialectales del castellano
                   
Las variedades dialectales del castellano se suelen repartir en dos zonas geográficas claramente diferenciadas: la zona española, que incluye también Canarias, y la zona americana (el llamado español de América).
Dentro de la zona española, del castellano peninsular podemos distinguir dos grandes zonas dialectales: la de las hablas septentrionales  y la de las hablas meridionales.





Los dialectos o hablas septentrionales
Las hablas septentrionales, más conservadoras, abarcan principalmente las tierras castellanas por tradición y las que se extienden también por los territorios que habían ocupado en el pasado los dialectos históricos del latín (el aragonés y el asturleonés).
En el habla de las tierras castellanas por tradición, es decir, en las que nació el castellano o que fueron castellanizadas en un primer momento, como Burgos,. Valla­dolid, etc., encontramos una serie de rasgos dialectales. Por ejemplo:
·         Leísmo (le en función de complemento directo referido a una cosa): Este aparta­mento ya le vimos; laísmo y loísmo la y lo- en -función de complemento indirec­to): La dije que no viniera.
·              Pronunciación como z de la d final de palabra: Madriz.
·              Aparición de una s en la segunda persona del singular del pretérito perfecto sim­ple: vistes, vinistes...
·              Uso del infinitivo para la segunda persona del plural del imperativo: ¡Traerme un regalo de París!
En el castellano que se expansionó hacia el este (La Rioja, Navarra y Aragón), lo más destacable son los rasgos aragoneses que han penetrado en el castellano habla­do. He aquí algunos:
·              Entonación ascendente de la frase y tendencia a alargar la vocal final.
·              Uso de los pronombres precedidos de preposición: con tú, con mí...
·              Se evita el acento de las palabras esdrújulas: pajaro, medico...
·              Uso del sufijo diminutivo -ico: pajarico.
·              Abundante uso de la partícula pues.
En el castellano que se expansionó por el territorio leonés (León, Zamora, Sala­manca y parte de Cáceres) aparecen en los hablantes rasgos del antiguo dialecto leo­nés, que son más numerosos en el castellano hablado por los asturianos debido al con­tacto con los bables. He aquí algunos:
·              Tendencia a cerrar las vocales finales: otru'otro'.
·              Diminutivos en -in, -ina: niñín 'niñito', niñina 'niñita'.
·              Palabras específicas, como guapo' bonito, hermoso', aplicadas a cosas: Compro­me un vestido guapo.
·               Uso del pretérito perfecto simple en vez del pretérito perfecto compuesto: Esta tarde fui a tu casa.
Los dialectos meridionales
Los dialectos meridionales se caracterizan por ser más evolucionados en su pro­nunciación y por tener rasgos fonéticos muy marcados: es el castellano que se ex­tendió desde Toledo hacia La Mancha, Extremadura, Murcia, Andalucía y Canarias, y el español de América.
En esta área dialectal se encuentran el andaluz, punto de partida del canario y del español de América, y los dialectos extremeño y murciano. Se denominan dialectos o hablas de transición el extremeño (con rasgos leoneses, castellanos y- andaluces); el murciano (con rasgos aragoneses, catalanes y meridionales), y el canario (con influen­cias del andaluz occidental y del español de América).
Principales rasgos generales de los dialectos meridionales
  • Relajación de s en posición final de sílaba y de palabra, lo cual produce que dicha consonante se pronuncie aspirada (avihpa), haya asimilación de la consonante siguien­te (avippa) o se pierda la s (avipa). Cuando se pierde la s final de palabra, la vocal se pronuncia más abierta para indicar el plural: ojo (singular), ojo (plural).
  • Confusión de r y l en posición final de sílaba o palabra: arta 'alta', cuelpo 'cuerpo'. A veces, se pierden: jugadó  'jugador', 'ver'.
  • Relajación o pérdida de las consonantes internas, sobre todo, de la d y de la n intervocálicas o que van delante de r: cansao 'cansado', vie 'viene', pare 'padre'.
·         Yeísmo. Se pierde la oposición II / y.-La II se realiza como la y con distintas pronun­ciaciones: yuvia 'lluvia'.
El extremeño
El extremeño es un dialecto de transición entre el leonés[1] (principalmente en el nor­te de Extremadura), el castellano y el andaluz.
El aspecto fonético más característico del extremeño es quizá la aspiración o la relaja­ción de la s en posición final de sílaba (así, niños se puede pronunciar niñoh o niño); también se aspira frecuentemente la h- inicial en las palabras que tenían f- inicial latina, como higo o harina) o la j en palabras como muhé 'mujer', vieho 'viejo', etc. Otro fenó­meno generalizado es el yeísmo. En el noroeste y el centro de Cáceres existe, en zonas rurales, un rasgo de origen leonés, en franco retroceso, que consiste en el cierre de la -o final en -u abierta y de la -e en -i abierta: otru 'otro', instanti 'instante'.
Tanto en la morfosintaxis como en el léxico se mezclan leonesismos, como el diminu­tivo -ino, -ina: chiquinino; también se conservan palabras castellanas que se han perdi­do en otras hablas: herrete 'aguijón', bicio 'estiércol'...
Como sucede con todos los dialectos, existen variaciones entre unas partes y otras de Extremadura.
El murciano
El murciano [2]es un dialecto de transición entre el castellano, el aragonés y catalán, y el andaluz.
El murciano presenta un conjunto de rasgos fonéticos que se repiten en los dialectos meridionales, pero que no son generales en todas las tierras murcianas: aspiración de la -s a final de sílaba o de palabra; neutralización de r y 1; tendencia a la aspira­ción de la j gráfica; el yeísmo se impone en las ciudades, aunque se mantiene la diferen­cia entre II/y en las zonas rurales; relajamiento de las consonantes internas intervo­
cálicas: plazo `pedazo', caeza `cabeza', etc. Se mantiene la diferencia entre la s y la z excepto en la zona de Cartagena en donde existen el seseo y el ceceo con predominio del primero. La ch es más mojada y tensa que la ch castellana. Por influencia del ara­gonés y del catalán se pueden escuchar palabras como pescatero'pescadero', coco­te 'cogote', llengua `lengua', fllamarada 'llamarada', etc.
Otros rasgos son la conservación del sufijo diminutivo aragonés en -ico, -iquio: pajari­co, ratiquio; presencia de un léxico con otras formas arcaicas castellanas, arabismos y mozarabismos: alcancía `hucha', alcaucil 'alcachofa', zagal `chico, niño', y otros tér­minos que también se encuentran en el andaluz.
El andaluz[3]
El andaluz es la variedad dialectal más diferenciada del español. De ella proceden las modalidades lingüísticas de Canarias y de América.
El andaluz no es un dialecto uniforme, sino que consta de una serie de variedades más o menos próximas entre sí.
Muchos de los rasgos fonéticos del andaluz son comunes con el resto de los dialec­tos meridionales: relajación de la -s final de sílaba o palabra con distintos resultados (aspiración, asimilación a la consonante siguiente más inmediata, pérdida total: pahta pasta', mimmo `mismo', lo día `los días'); tendencia a la pérdida de la -l, -r y -n finales; relajación o pérdida de consonantes sonoras internas, sobre todo, de la-d-: (salao'sala­do', peaso 'pedazo', pare `padre', mijita 'migajita', juar `jugar', caeza `cabeza'); confusión de l y r (arma 'alma'); aumento del yeísmo yuvía `lluvia'), y pérdida de la oclusión en la pronunciación de la ch gráfica (mushasho `muchacho').
Áreas o zonas dialectales del andaluz
Algunos de los rasgos hacen que se pueda dividir el dialecto andaluz en áreas o zonas, sobre todo, entre el andaluz oriental y el occidental.



Desde el punto de vista fonético se podrían distinguir las siguientes características:
·         Un área oriental, en la cual se tiende a abrir las vocales a final de palabra para señalar el plural ante la pérdida de la -s (ojo en vez de ojos) y otra occidental, don­de no se produce dicha apertura.
·         Distinción entre una zona ceceante y otra seseante; la más cercana a la costa es ceceante (principalmente el sur de Huelva; la provincia de Cádiz excepto la capital, que es seseante; la mayor parte de Sevilla y Málaga; el oeste y el sur de Granada y parte de la costa de Almería), mientras que la zona intermedia es seseante (principalmente la zona intermedia occidental de Huelva, el norte de la provincia de Sevilla y su capital, casi toda la provincia de Córdoba, el norte de Málaga y la zona central de Jaén); en cambio, distinguen entre s y z en la mitad norte de Cór doba, en el norte de Huelva, en el este de Granada y en la mayor parte de las provincias de Jaén y Almería.
·         Articulación predorsal o coronal de la s frente a la pronunciación con la punta dE la lengua del castellano no andaluz. Realizan la s predorsal en Cádiz, Málaga, casi toda Sevilla y algunas zonas de Córdoba y Granada. Hoy se extiende por toda E área del ceceo, reduciendo las zonas de la s coronal.
·         Aspiración de la h- inicial (sorbo 'horno') y la j- gráfica (oho 'ojo'); la parte más oriental (Almería, nordeste de Granada y Jaén) aspiran la j-, mientras que la occi­dental aspira la h- inicial procedente de f- latina.

Desde el punto de vista morfológico, en algunas zonas del dialecto occidental (Huel­va, Sevilla, Cádiz y casi toda Málaga] se produce un reajuste en la conjugación de las personas gramaticales de los verbos: desaparición de vosotros/as y sustitución por ustedes sin que ello suponga un trato de respeto y concordancia del verbo en tercera persona de plural: Ustedes entran 'vosotros entráis'.

En el léxico existen influencias diversas: leonesismos en la parte occidental, portu­guesismos en Huelva; aragonesismos en Jaén, en Granada y en Almería; arcaísmos castellanos, arabismos semejantes a los de las otras hablas castellanas, léxico pro­pio, léxico común con el resto del castellano, y léxico que coincide con el español de América. También en el léxico se producen diferencias entre el área oriental y la occi­dental para referirse a un mismo objeto: panocha/mazorca 'fruto con los granos de maíz'; candela/lumbre 'lumbre, fuego'.
El canario[4]
El dialecto canario es una variedad lingüística que presenta casi los mismos ras­gos que el andaluz. Las diferencias más significativas se encuentran en el léxico, por la presencia de guanchismos y portuguesismos.
El canario presenta muchos de los rasgos fonéticos andaluces:
El seseo con s predorsal[5] de tipo andaluz: sinco 'cinco'; aspiración, asimilación a la consonante inmediata o pérdida de la s final, igual que otras consonantes finales (cohta 'costa', se¡ litros 'seis litros', isla o il•la 'isla'); aspiración de la j gráfica (debaho 'deba­jo'); neutralización de 1 y r finales -implosivas- (arquiler 'alquiler'); yeísmo en las ciuda­des (Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife): yama 'llama'. La pronunciación de la ch es casi sonora en lugar de sorda. Un hablante peninsular la percibe casi como y: muyo 'mucho'.


El castellano de las zonas bilingües.

 Como en los casos anteriores, el contac­to con el catalán, el gallego y el vasco provoca que el castellano hablado en estas zonas adopte una forma peculiar: eso que conocemos comúnmente como acento.

·       Son característicos en el castellano hablado en Cataluña el timbre impreci­so que adquieren las vocales átonas, la articulación velarizada del fonema /l/ cuando está en contacto con a, la pronunciación de la -d final de palabra casi como una -t (verdat, Madrit), la tendencia al seseo (pues el catalán desconoce el fonema correspondiente a z), así como la aparición de ciertos fenómenos morfosintácticos por influencia del catalán, como el uso del artículo con los nombres propios (el Joan) o el conocido dequeísmo (Con­sidero de que no tienes razón).

·       En Galicia, la entonación es peculiar: al comienzo del período, el tono es especialmente alto y la articulación lenta; al llegar al final, el tono cae rápi­damente. Rasgos fonéticos son el cierre de las vocales -e, -o finales (que suenan a menudo como -i, -u: nochi, tengu), la reducción de grupos consonánticos cultos (articulación [perféto], [esáto], [inorár] al pronunciar perfecto, exacto e ignorar), y la pronunciación velar de l a -n final. En cuanto a la morfosintaxis, son característicos el uso exclusivo del pretérito perfecto simple, que ha absorbido los valores del compuesto (Ahora lo vi, por Ahora lo he visto), y el empleo de tener como auxiliar con el valor de haber (Lo tenía visto, por Lo había visto).

·       En el castellano que se habla en el País Vasco y Navarra son frecuentes las alteraciones en el orden de palabras dentro del enunciado -por clara inter­ferencia del vasco, pero que también se producen en hablantes que no co­nocen el euskera-, así como algunas confusiones en el género de los sus­tantivos, sobre todo en hablantes rurales (el euskera carece de la distinción de género). También es característico -y no sólo en Euskadi, sino también en una amplia zona de alrededor (Burgos, La Rioja, Cantabria, etc.)- el uso del condicional en posiciones donde la norma común exige el imperfecto de subjuntivo: Si vendría, se lo daría (por Si viniera, se lo daría). En cuan­to a la pronunciación, no hay diferencias significativas con el castellano de Castilla, salvo el seseo en algunos hablantes y la reconocible entonación vasca, con su fuerte tensión articulatoria y los finales de enunciado ascen­dentes.




[1] Extremadura fue tierra fronteriza durante siglos. León repobló la parte más occidental mientras que Castilla repobló la oriental. Más adelante, Extremadura recibió la influencia de Sevilla y To­ledo, dos ciudades im­portantes de la zona me­ridional.

[2] De la reconquista del rei­no de Murcia se ocupó el reino de Castilla, pero Jaime  I de Aragón ayudó a Alfonso X (siglo mi] a someter a los moriscos y la presencia catalana y aragonesa fueron impor­tantes en estas tierras, que también recibieron influencia valenciana por su cercanía.

[3] La diversidad del dialec­to andaluz es el resulta­do del largo proceso de reconquista de Andalu­cía. Desde la reconquis­ta de Jaén, Córdoba y Sevilla, en la primera mi­tad del siglo XIII, hasta la toma de Granada, en 1492, pasaron dos si­glos. Andalucía occiden­tal fue repoblada por castellanoleoneses, tuvo poca tolerancia con los mudéjares y la tierra se distribuía principalmente en latifundios que esta­ban en poder de la aris­tocracia; en cambio, la oriental se repobló más tardíamente, en parte por murcianos y aragone­ses, la presencia de mo­riscos era mayor y las tierras se distribuyeron de forma distinta. En el siglo XVI, Sevilla se convirtió en la capital de la emigración que se em­barcaba hacia América, y sufrió cierta despobla­ción por la marcha de muchas personas hacia ' este continente.

[4] Españoles y portugueses se disputaron las islas Canarias si bien queda­ron definitivamente incor­poradas al reino de Cas­tilla en el siglo XV. Los repobladores de estas islas procedían básica­mente de puertos anda­luces y portugueses. Los nativos, que hablaban el guanche, perdieron pron­to su lengua y se caste­llanizaron. Por otra par­te, Canarias siempre ha dado numerosos emi­grantes a diversos paí­ses de ultramar, por ello las Islas Afortunadas han sido históricamente un puente con América
[5] Articulación de la s
• s predorsal o «sevillana»: se articula con el predorso de la lengua; ésta es plenamente con­vexa y el ápice de la mis­ma se coloca en los inci­sivos inferiores.
• s coronal o «cordobesa»: se articula con la lengua plana.

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